Tuesday, May 5, 2015

Capítulo 5: Carlos tiene un fatal accidente

INT. / CLÍNICA SALVATIERRA, HABITACIÓN DE SARA / NOCHE

Doña Claudia y don Octavio han ido a visitar a Sara. Carlos está con ella, sin embargo, doña Claudia les ha dicho que el bebé no está en los cuneros.



Carlos (preocupado): ¿Cómo que el bebé no está en los cuneros?

Octavio: Sí, eso mismo. Como te acaba de decir tu madre, fuimos a verlo, pero no lo encontramos. Pensamos que estaba aquí con ustedes, pero ya vimos que no.

Sara (preocupada): Eso no puede ser don Octavio. La enfermera se llevó al niño, lo llevaron a los cuneros. Tiene que estar allá. ¿Dónde está nuestro bebé Carlos? (Alterada).

Carlos: Cálmate mi amor. Ya mismo vamos a averiguar qué está pasando
.
Claudia: El hospital es muy grande, puede que la enfermera lo haya llevado a otra sala. 

Octavio: Claudia, quédate con Sara. Carlos y yo iremos a ver dónde dejaron a mi nieto. 

Los hombres se van. Claudia intenta tranquilizar a Sarita.

INT. / MANSIÓN SALVATIERRA / NOCHE

Irma camina por los pasillos de la mansión. Los relámpagos iluminan todo, seguidos de ensordecedores truenos. En el fondo del pasillo está mujer llorando. Irma se acerca a ella y la toca en el hombro, quedándose aterrada al ver el rostro diabólico de aquella mujer, sosteniendo un bebé.



Mujer (histérica): ¡Mi bebé! ¡Devuélveme a mi bebé! ¡Mi bebé! ¡Dámelo!

Irma se tapa los oídos con ambas manos, negando con la cabeza muy asustada y se queda todavía más aterrada cuando logra ver el rostro perverso del bebé que sostiene la mujer.

Irma: ¡Nooooooooooo! ¡Yo no lo hice! ¡La culpa es de Aurora! ¡Fue ella!

En ese momento Irma despierta sudando. Estaba teniendo una pesadilla. 

Irma: ¡Dios mío! Qué pesadilla más horrible. Tengo que calmarme, nadie va a saber que Aurora y yo dejamos al niño en ese asqueroso basurero. Nadie lo va a saber y yo no voy a decir nada. 

Ella sigue todavía muy asustada, respirando agitada, pero intenta tranquilizarse.

BARRIO “LA MOSCA”
INT. / CASA DE ELVIRA Y CHÚMALE / NOCHE


Elvira está dándole biberón al bebé. Están presentes don Eduardo, doña Chole, Toña y Chúmale, el marido de Elvira. 



Chúmale: ¡Órale! ¿Pero cómo pueden existir madres que dejan abandonados a sus escuincles en un lugar como éste? Esa gente no puede tener perdón de Dios (Indignado).

Elvira: Quien sabe qué motivos pudo haber tenido. Lo peor es que está recién nacidito, no debe tener ni una semana. ¿Y dice usted que se lo encontró en el basurero don Eduardo? 

Don Eduardo: Así mismito Elvira. Fui a tapar a mis gallinas para que no se me fueran a mojar porque vi que iba a llover y ahí fue donde me encontré el niño llorando entre unas cajas de cartón, con hambre y frío.

Toña: Es que sí hay gente mala en este mundo. Yo no tendría el corazón tan negro pa’ hacer una cosa de esas, dejar un bebito abandonado en una parte como ésta.

Doña Chole: (a Toña) Tienes razón mijita, más bien lo hubieran dejado en un orfanato o en un hospital pa’ que no fuera a pasar penurias. 

Chúmale: ¿Y qué piensa hacer con él don Eduardo? Digo, usted se lo encontró y ahora que está solito, pues lo lógico es que lo proteja, pero no lo puede dejar aquí mucho tiempo.

Doña Chole: (a don Eduardo) En eso tiene razón el Chúmale, compadre. ¿Qué piensa hacer con el niño? Ni modo que se lo quede, aquí no hay donde ni cómo.

Don Eduardo: Pos ahora que me lo dicen, ni yo mismo sé qué hacer con él. Yo creo que lo mejor es que lo lleve a un orfanato como dice Toña o lo reporte a la policía. ¿Qué dicen?

Elvira: Yo no creo que sea buena idea don Eduardo. ¿Y si creen que usted se lo robó? Ya ve como son de malpensadas a veces las autoridades y se lo pueden llevar pa’ el bote creyendo que usted es un roba chicos.

Don Eduardo se queda callado, pensativo e indeciso.

INT. / MANSIÓN ARISMENDI, COMEDOR / AL DÍA SIGUIENTE

Aurora está desayunando en compañía de sus dos hijos gemelos. Panchita le sirve el café a Aurora, quien encabeza la mesa. 



Panchita: ¿Desea algo más señora?

Aurora: No Panchita, retírate. Si necesito algo más, te llamo.

Panchita se retira del comedor. Aurora monta conversación.

Aurora: Bien hijos. Ya compré los boletos de avión de cada uno para su viaje a Houston. El vuelvo sale dentro de dos días, así que tienen trabajo por hacer empacando sus cosas. Los voy a extrañar mucho, pero todo sea por su educación, para que sean profesionales (Les sonríe).

Roberto: Muchas gracias mamá. Eres la mejor. Nunca me imaginé un viaje a Houston para estudiar, pero debió haberte costado un ojo de la cara. Tengo entendido que hasta hiciste trámites para comprarnos a cada uno un departamento propio en la mejor zona residencial. 

Aurora: Es lo justo mi amor. Si van a estudiar, necesitan un buen ambiente para vivir, un buen entorno.

Alberto (extrañado): Te pasaste mamá. ¿Con qué dinero costeaste todo eso?

Aurora: ¿Lo olvidas Alberto? Somos herederos legítimos de tu tía Alma que en paz descanse. Ella nos dejó una jugosa fortuna en el banco y millones de pesos valorizados en esta mansión y otras propiedades que tenía en Miami y Acapulco. Lo que gasté costeando su viaje a Houston es una pequeñez.

Alberto: ¿Y la parte de Sara? Ella también tiene derecho a la mitad de esa fortuna que nos dejó la tía Alma. ¿Por qué no has contado con ella?

Aurora (molesta): ¿Tú todavía pensando en la negra esa? ¿Hasta cuándo Alberto? Entiende que ella ya hizo su vida lejos, se casó con el hermano de tu amiga Irma y tú sabes que esa familia son dueños de un inmenso hospital privado. Sara no necesita del dinero de Alma.

Alberto: Tienes razón mamá, discúlpame. Trataré de no volver a hablar de Sara.

INT. / HOSPITAL SALVATIERRA, OFICINA DE OCTAVIO / DÍA

Doña Claudia entra a la oficina personal de Octavio en el hospital. Allí aguardan él y Carlos, quienes tienen una expresión en el rostro de preocupación.



Doña Claudia: Dejé a Sarita dormida, no quería hacerlo hasta que le dieran noticias del bebé, pero al final el cansancio la venció. ¿Qué pasa? ¿Ya saben a dónde llevaron a mi nieto?

Carlos: Desgraciadamente no, mamá. La enfermera que atendió a Sara dice que llevó al bebé directo a los cuneros del tercer piso, sin embargo allí no está.

Octavio: Y en los cuneros de los demás pisos, tampoco. Ya lo reportamos. El bebé no está en este hospital.

Doña Claudia (muy preocupada): ¿Cómo que no está en este hospital? ¡Pero eso es imposible Octavio! Tiene que estar aquí.

Carlos: (con la voz quebrantada) ¡Pero no está mamá! Mi hijo no está en este hospital. Las cámaras de seguridad vieron a una enfermera entrar a los cuneros del tercer piso y de allí, salió con un bebé en sus brazos, pero no logramos verle el rostro.

Octavio: La enfermera de turno dice que no fue ella, por lo que creemos que a lo mejor esa enfermera que vimos en las cámaras sólo era una mujer común y corriente que entró disfrazada y se llevó al niño. Es la única explicación al por qué no está dentro del hospital. 

Doña Claudia: ¡Dios mío! Siendo así, tenemos que reportarlo a la policía en cuanto antes. El bebé podría estar corriendo peligro en manos de una psicópata. Tenemos que denunciar (Alterada).

Carlos: Ya mamá, cálmate por favor. Eso haremos, denunciaremos el caso a la policía para que ellos tomen medidas y hagan averiguaciones con los otros empleados que estaban de turno en ese momento, si no vieron algo raro, no sé… Yo por lo pronto, tengo que hablar con Sarita. Ella tiene que estar al tanto de la situación. 

Doña Claudia toma asiento muy consternada. 

BARRIO “LA MOSCA”



INT. / CASITA DE DON EDUARDO / DÍA


Doña Chole está dándole biberón al bebé. En eso, llega don Eduardo sosteniendo una bolsa en la mano.



Doña Chole: Si quiera llega compadre. El chamaco estaba llore que llore y no vi de otra que ponerme a darle biberón, pero yo creo que más bien necesita cambio de pañal porque no huele muy bien que digamos.

Don Eduardo: Usted tranquila comadre, que aproveché pa’ ir a la tienda y comprarle pañales al niño. Son de los baratos, pero al menos le van a servir.

Doña Chole deja de darle biberón al bebé y lo sienta sobre la cama para quitarle el pañal que trae puesto. Don Eduardo le entrega los pañales que compró.

Doña Chole: Y a todas estas, ¿qué decidió hacer con el niño? Yo estuve echándole cabeza al asunto y la Elvira tiene razón. Ni modo de llevarlo a un orfanato o a la policía porque pueden andar de malpensados creyendo que usted se lo robó. 

Don Eduardo: Yo también estuve pensando toda la noche y decidí dejarlo aquí conmigo unos días pa’ ver si viene la madre o alguna otra persona buscándolo. Y si después de eso, no viene nadie… me lo quedo y lo crío como mi hijito.

Doña Chole: ¿Se enloqueció compadre? ¿Cómo se va a ser cargo de un chamaco recién nacido? ¿Qué le va a dar de comer? Un hijo no es cualquier cosa, mire que si a duras penas se logra mantener usted solo, ahora con un niño…

Don Eduardo: (mirando con ternura el bebé) ¿Y qué más hago comadre? Ese niñito no tiene a nadie más en el mundo, si yo me lo encontré fue por algo. Yo ya miro que hago pa’ mantenerlo y darle todo lo que necesite.

Doña Chole: ¡Ay! No sé por qué me da que ya se encariñó con él compadre, pero bueno. Si en unos días no viene nadie buscando al niño, se lo queda usted, pero no se preocupe que no lo va a criar solo. Entre todos los del barrio le vamos a dar a todo pa’ que no le falte nada.

Doña Chole sigue cambiándole el pañal al bebé.

INT. / HOSPITAL SALVATIERRA, HABITACIÓN DE SARA / DÍA

Carlos acaba de poner a Sarita al tanto de la situación con el bebé. Ella está alterada.



Sara: ¡Dime que no es verdad Carlos! ¿Dónde está mi bebé? ¿Dónde está nuestro hijo? ¡Lo quiero ver!

Carlos: Por favor tranquilízate Sarita. Te tienes que calmar. 

Sara: (llorando) ¿Cómo quieres que me calme si me estás diciendo que una mujer se llevó a mi hijo? Esto no puede estar pasando. ¿Quién se lo pudo haber llevado, precisamente a él? ¿Por qué?

Carlos: Todavía no estamos seguros. Sólo te estoy diciendo lo que vimos en las cámaras de seguridad. Mi papá va a reportar el caso a la policía y ellos se pondrán en la búsqueda de nuestro bebé. Te prometo que lo van a encontrar, así tengan que mover cielo y tierra o buscarlo hasta por debajo de las piedras, pero lo van a encontrar.

Sara se recuesta sobre el pecho de Carlos, quien la rodea con sus brazos para consolarla. En eso, Carlos siente una punzada en el corazón, poniéndose mal. 

Sara (preocupada): Carlos. ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Carlos (adolorido): No te preocupes mi amor, sólo es una punzada, nada grave. Yo mejor iré a la mansión de mis padres para darme un baño, cambiarme de ropa y de paso traerte a ti. Te dan de alta hoy. 

Sara: Yo no quiero salir de este hospital hasta no ver a mi hijo. Yo lo quiero tener entre mis bazos, arrullarlo, ver su carita Carlos. ¿Por qué me lo arrebataron? ¿Por qué me hacen este daño a mí y a él. ¿Qué clase de mujer se lo pudo haber llevado? ¿Con qué intenciones? 

Carlos: Ya no te sigas mortificando Sarita, eso no te hace bien. Lo vamos a encontrar como te lo acabo de prometer, pero tú también tienes que prometerme que serás paciente, que no te vas a alterar.

Sara: (asentando con la cabeza) Sí, está bien. Te espero. 

Carlos: Y yo te quiero, no me tardo en venir.

Carlos le da un beso en la frente a Sarita y sale de la habitación. Ella sigue aún muy preocupada.

Sara: Por favor Dios mío, no permitas que le pase nada malo a mi bebé. Cuídalo, te lo suplico. Permite que vuelva a mí que soy su madre, por favor (Inquieta).

INT. / MANSIÓN SALVATIERRA / DÍA

Doña Claudia llega a la mansión. Irma está desayunando en el iluminado comedor, sin embargo no logra probar bocado. Doña Claudia aparece allí.



Doña Claudia: ¡Ay hija! ¡Qué bueno que te veo! No sabes la desgracia que ocurrió.

Irma se imagina que su madre se refiere a la desaparición del bebé y efectivamente, así es, sin embargo ella finge no saber nada a pesar de que no puede evitar ponerse nerviosa.

Irma: ¿Qué pasó?

Doña Claudia: Mi nieto Irma, se robaron a mi nieto. Una mujer disfrazada de enfermera entró a los cuneros donde estaba el bebé y aprovechó que no había nadie para llevárselo.

Irma: (levantándose muy nerviosa) ¿Y ustedes cómo saben que fue una mujer disfrazada de enfermera?

Doña Claudia: Las cámaras de seguridad lograron grabarla. Justo ahora la policía está en un operativo, bloqueando aeropuertos, terminales de autobuses para encontrar al niño. 

Irma: ¿Cómo que las cámaras lograron grabar a esa mujer, mamá? ¿Y se logra ver el rostro? ¡Dímelo! (Alterada).

Doña Claudia: Tranquilízate hija, entiendo que es una noticia muy dura. Créeme que para ninguno de nosotros es fácil. 

Irma (impaciente): ¡Por Dios, mamá! ¡Dime si se le logra ver el rostro a la mujer!

Doña Claudia: No, no se le logra ver por desgracia. Las cámaras estaban ubicadas en mal ángulo, pero la policía piensa revisar todas las cintas de anoche por si consiguen ver a la mujer sin el uniforme. Con eso, podrían publicar el retrato en un noticiero y ofrecer una recompensa. 

Irma (preocupada): ¡Esto no puede estar pasando! Tengo que irme mamá. Adiós.

Irma sale a toda prisa, dejando algo extrañada a doña Claudia.

DÍAS DESPUÉS

Ya han pasado varios días desde la desaparición del bebé. Sara sale del hospital, pasándosela todo el día yendo de orfanato en orfanato, iglesias, otros hospitales y maternidades, sin embargo no obtiene éxito. Doña Claudia la acompaña. En el barrio “La Mosca”, el bebé se convierte en la alegría de allí e inevitablemente, don Eduardo se encariña mucho con él, al igual que su comadre doña Chole y Toña quienes son las que me le ayudan.

La policía sigue indagando, interrogando a varios empleados del hospital Salvatierra, sin embargo tampoco obtienen mucho éxito, por lo que pasan a revisar las cintas de las cámaras de seguridad de aquel día para lograr ver a la mujer que se llevó al bebé sin el uniforme de enfermera.

INT. / HOSPITAL SALVATIERRA, SALA DE SEGURIDAD / DÍA

Carlos está con un técnico de computadores, al lado de su padre Octavio revisando las cintas. 



Octavio: El comandante me dijo que dentro de la cinta que estamos viendo, hay una mujer que entró a los cuarto de utilería vestida formalmente y a los minutos, salió vestida con el uniforme de enfermera. Esa misma fue la que salió con el bebé de los cuneros media hora después.

Carlos: Estamos cerca papá. Yo le prometí a Sarita que encontraríamos al niño, ya no cabe duda de que esa mujer fue quien se lo llevó.

Todos están pendientes en la pantalla del computador. En eso, la cinta pasa la parte en que Irma entró al cuarto de utilería para vestirse de enfermera.

Carlos: (al técnico) ¡Atráselo unos segundos, por favor!

El técnico lo atrasa de nuevo y reproduce de manera más lenta. Carlos se lleva una gran sorpresa al ver a Irma entrar al cuarto de utilería, ya que la cámara estaba en un ángulo de tal manera que podía verse su rostro.

Carlos (sorprendido): ¡Esa es Irma, papá! ¿Qué está haciendo ahí? ¿Qué significa esto?

Don Octavio se queda también muy sorprendido.

INT. / UNIVERSIDAD, SALÓN DE CLASES / DÍA

Irma está en plena clase, con el profesor explicando un tema. En eso, el profesor se da cuenta que Irma no está prestando atención, por lo que la regaña.



Profesor: ¡Señorita Salvatierra! Si no presta atención a mi clase, le pido que por favor se retire. Me sirve más si se va.

Irma no dice nada, sólo se levanta de su puesto, toma sus cosas y sale del salón de clases a pasos rápidos. Logra verse pálida, con ojeras.

Irma (desesperada): ¡Todos los días no he parado de tener esas malditas pesadillas! ¡Me voy a volver loca! Tengo que hacer algo. Yo no puedo seguir con esto. Todos tienen que saber la verdad.

BARRIO “LA MOSCA”
INT. / CASITA DE DOÑA CHOLE / DÍA


Toña está dándole de comer al bebé del biberón. En eso tocan la puerta, doña Chole abre. Es don Eduardo.



Doña Chole: ¡Pásele compadre! (Don Eduardo entra). ¿Cómo le fue?

Don Eduardo: Mal comadre, no consigo trabajo ni pa’ barrer las calles, qué gacho. Y el dinero de la pepenada no alcanza pa’ comprarle mayor cosa al niño.

Toña: No es pa’ menos don Eduardo. Un chamaquito es muy duro de mantener y más cuando están así recién naciditos. Gastan mucho pañal. Y como que ya nos tenemos que ir bajando las esperanzas de que lo vengan a buscar.

Don Eduardo: Y aunque vinieran a buscarlo, no se lo entregaría a nadie. Ya pasaron tres semanas, aquí lo dejaron y aquí me lo quedo. Ese niño es mi hijo, no de sangre, pero sí de corazón y yo voy a ser un padre para él. Conmigo no le va a faltar nada.

Doña Chole: Pos ojalá logre conseguir chamba en cuanto antes compadre, porque si no, nomás le digo que le va a quedar durísimo mantener al chamaco.

Toña: ¿Y a todas estas cómo le va a poner don Eduardo? (Deja de darle biberón y comienza a sacarle los gases).

Don Eduardo: Todavía no sé Toña, pero tienes razón. Es mejor ir buscándole un nombre pa’ ir organizando todo lo del bautizo. 

Toña: ¿Y qué le parece Ángel? Digo. El nombre está bonito, justo para él porque eso es, un angelito que le va a traer mucha alegría a todo el barrio. ¿Qué dice?

Don Eduardo (sorprendido): ¿Ángel? La verdad es que sí está chulo el nombre. 

Toña le entrega el bebé a don Eduardo, quien lo mira con ternura.

Don Eduardo: Ese va a ser su nombre, Angelito. Mi hijo. 

Don Eduardo se pone sollozo de la felicidad y la emoción al considerar a partir de ahora al niño como su hijo.

INT. / MANSIÓN SALVATIERRA / NOCHE

Ya ha caído la noche sobre la ciudad. Sara y su suegra Doña Claudia llegan a la mansión, ambas con una expresión en el rostro de tristeza.



Sara: (con la voz quebrantada) Ya no puedo más doña Claudia. El dolor por haber perdido a mi hijito me está matando (Se le saltan las lágrimas). Hemos buscado en todas partes por más de tres semanas y todavía no lo encontramos. 

Doña Claudia (muy triste): ¡Ay hija! A todos nos duele esta situación, pero sé que a ti te duele más que a nadie porque tú lo pariste. Yo te entiendo, porque también soy madre, pero tienes que ser fuerte.

Sara: ¿Es que quién pudo haber hecho tal maldad? ¿Por qué se llevó precisamente a mi hijo? ¿Por qué? ¿Con qué intenciones? (Rota de dolor). Me lo arrebataron, doña Claudia, me lo quitaron sin piedad.

Doña Claudia observa con mucha impotencia a su nuera, sin saber qué decirle para consolarla. En eso, de la penumbra de la sala, sale Irma caminando. Don Octavio y Carlos están sentados también en el interior de la penumbra, ambos con cara muy seria.



Doña Claudia (extrañada): ¿Qué estás haciendo ahí Irma? ¿Qué te pasa? (Logra ver a Octavio y Carlos). ¿Por qué tienen esas caras? ¿Tienen noticias?

Carlos: Irma tiene que explicarnos muchas cosas mamá. Ella decidió no contarnos nada a papá ni a mí hasta que tú y Sara llegaran.

Sara: ¿Qué está pasando? ¿Tienen noticias de mi bebé? ¿Ya lo encontraron? (Sonríe ilusionada). ¿Tú lo sabes Irma?

Irma (desesperada): ¡Yo lo robé! ¡Fui yo quien se robó al niño! (Rompe a llorar).

Sara (impactada): ¿Qué? ¿Tú hiciste qué?

Doña Claudia: Esto no puede ser. Irma tú no pudiste haber hecho algo así.

Carlos: (levantándose del sofá) Lo hizo mamá. Irma fue la mujer que entró disfrazada de enfermera al hospital y se llevó al niño. Ella lo robó, pero no nos ha dicho qué hizo con él, dónde lo tiene.

Sara: ¡Dímelo ya Irma! ¡Dime dónde está mi bebé, por favor! ¡Habla, responde! ¿Qué hiciste con él? (Gritando desesperada).

Irma: (llorando) Tu tía Aurora y yo lo dejamos en un basurero. Yo no quería hacerlo, quería dejarlo en alguna iglesia u orfanato, pero ella no quiso. Me lo arrebató y lo dejó en ese asqueroso basurero sin piedad.

Sara: (llorando) ¿Mi tía Aurora? ¿Ella también está implicada en todo esto?

Irma: Sí (asentando con la cabeza). Las dos ideamos todo el robo del bebé.

Carlos: (a Irma) ¿En qué basurero lo dejaron?

Irma (confundida): No me acuerdo muy bien del nombre. Sé que quedaba a las afueras de la ciudad. Estaba tan consternada, tan aturdida por lo que Aurora había hecho, que se me olvidó el nombre.

Carlos: ¡Esa mujer pasó el límite! Ya no pienso permitir que le siga haciendo daño a mi esposa. Le voy a exigir que me diga el basurero donde dejó al niño. Tengo que ir a buscarlo allá donde lo dejó.

Claudia (preocupada): ¡Ay hijo! ¿Qué piensas hacer?

Carlos: Voy a ir a la mansión Arismendi, mamá. Quédense ustedes aquí. Sarita, mi amor. Te prometo que esta noche tendremos de vuelta a nuestro hijito. Tu tía va a tener que decírmelo.

Carlos sale a toda prisa de la mansión. Sara se queda muy preocupada.

Sara: ¡Espera Carlos! ¡Yo quiero ir contigo!

Sarita sale tras Carlos, pero es tarde. Carlos se ha ido conduciendo muy veloz en su auto hacia la mansión Arismendi. Sarita logra verlo desde la ventana.

Sara: Tengo que ir con él. Mi tía ya demostró que es una mujer mala, peligrosa. Le puede hacer algo a Carlos. Voy a tomar un taxi.

Irma: Sara, yo voy contigo. Podemos ir en mi auto.

Sara: (asentando con la cabeza) Está bien.

Las dos salen de la mansión, dejando a don Octavio y doña Claudia bastantes angustiados ante tal situación.

Doña Claudia: ¿Qué crees que deberíamos hacer nosotros, Octavio? ¿Por qué no vamos a la delegación? Tenemos que denunciar a esa mujer por haberse robado al bebé.

Octavio: Lo mejor es que los esperemos aquí Claudia. Todavía no podemos levantar ningún denuncio hasta ver cómo se desarrollan las cosas. Si la mujer esa no le da a Carlos el nombre del basurero donde abandonó al niño, entonces ya sabremos cómo proceder.

Doña Claudia: Lo malo es que Irma también sufriría consecuencias. ¿Por qué hizo eso esa muchacha cuando tú y yo siempre le inculcamos la mejor educación? (Mortificada).

Octavio abraza a su mujer para tranquilizarla un poco.

EXT. / MANSIÓN ARISMENDI / MINUTOS DESPUÉS

Carlos llega a la mansión. Estaciona el auto en toda la entrada y aprovecha que la reja está abierta para entrar. Toca con insistencia el timbre. Panchita le abre, pero Carlos pasa a la fuerza. Aurora se asoma desde el segundo piso.



Aurora: ¿Qué está pasado Panchita? ¿Quién toca el timbre de esa manera? ¡Me van a dejar sorda!

Carlos (desafiante): ¡Yo señora! Le exijo inmediatamente que me diga dónde dejó a mi hijo.

Aurora se asusta ante el reclamo de Carlos. Por otra parte, Sarita e Irma llegan también a la mansión. Logran ver el auto de Carlos estacionado.



Irma: ¡Ese el auto de Carlos! Ya debe estar adentro discutiendo con Aurora.

Sara: Tenemos que entrar nosotras también, siento que me estoy muriendo de la angustia.

Las chicas se bajan del vehículo. En el interior de la mansión, Carlos sube las escaleras. Aurora se sorprende ante tal acción, poniéndose nerviosa. 

Aurora: ¿Qué le pasa atrevido? ¡Lárguese ahora mismo de mi casa! ¡Panchita, llama a la policía!

Carlos (alterado): ¡Hágalo! Bien pueda, llame a la policía para que les rinda una explicación al por qué se robó a mi hijo y lo dejó tirado en un basurero.

Aurora: No tengo idea de lo que me está hablando. 

Carlos (furioso): ¡Sí lo sabe! ¡Irma nos confesó todo! (Empieza a sentirse mal del corazón). Ella… Ella nos dijo todo el plan que organizaron para deshacerse del bebé, sólo por ser hijo de uno de sus hijos.

Aurora: Eso no es así. Yo no hice nada. Fue Irma quien planeó todo el robo de ese chamaco. Yo sólo seguí sus instrucciones (cínica). Cúlpenla a ella.

Carlos: ¡Desgraciada! (Se le pone la cara roja). ¡Usted…! Dígame dónde lo dejó. ¡Dígamelo!

Aurora: (riéndose) Jajajaja. No se me da la gana estúpido. Por mí ese mocoso se puede quedar en donde lo dejé, muriéndose de hambre, lejos de su querida mamita. 

Carlos no lo soporta más y se desvanece. Cae brutalmente por las escaleras. Sarita e Irma, que justo en ese momento entran, presencian como cae de escalón en escalón; al final, se ve a Carlos fulminado en el piso, desmayado y sangrando en la cabeza. Aurora observa con una mirada llena de maldad desde el segundo piso. 

Sara: (gritando desgarrada) ¡Carlos!

CONTINUARÁ…

Escrito por Aleja Soto

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